Han pasado años... Años de esa poesía que hacía con el teclado de mi ordenador, años de esas tardes sin preocupaciones, años de aquellos sueños adolescentes que ahora me parecen fantasías. La vida cambia, nosotros cambiamos, pero los recuerdos siguen. Y cuando leo esto me acuerdo de tantas cosas... me sigo acordando de ÉL. Él primero, el que dio inicio a las lágrimas que escribían la novela de mi vida. Y no os voy a mentir, en algún encuentro casual me doy cuenta de que el que tuvo retuvo, y esas sensaciones siguen atenazadas en mi estomago. Pero ambos hemos cambiado, ya no soy aquella que lloraba cada tarde por él, porque las sensaciones siguen ahí, pero no la forma en como yo las percibo.
Como echo de menos esos años... Me creía que tenia preocupaciones, pero nunca he sido tan libre como con esos 15 años que solo se viven 365 días en la vida, libre de todo, libre de pensar, libre de hacer y libre de no tener en cuenta a nadie más.
Siempre pienso que en realidad no he madurado, que los años pasan, pero no para mi, y, que gran mentira. Siento el peso de las responsabilidades en los hombros, veo el mundo diferente.
Y ahora es un mundo mas grande, con mas posibilidades, pero nunca será un mundo tan brillante como lo era con aquellos 15 años.
Tuvimos una historia breve... que leeré mil veces.
